Es war einmal ein Baby das lebte allein mit seiner Mutter in einem kleinem Haus in der Nähe des Schloss vom König des Landes. Die Mutter war sehr arm und das Baby hatte oft hunger Die Mutter malte abends kleine Figuren mit Goldfarbe an um sie auf dem Markt des Dorfes zu verkaufen. Eines Morgens als die Mutter sich wieder mal auf den langen Weg zum Markt des Dorfes aufmachte und das Baby alleine im Haus war, hatte das Baby eine Idee. Es wusste dass der König im Schloss ein Karmin hatte, denn es sah oft Rauch aufsteigen. Das Baby lief in dem Wald hinterm Haus und sammelte alle Pinienzapfen auf die auf dem Boden lagen. Es suchte sich die schönsten aus, bemalte sie mit der Goldfarbe der Mutter, danach holte es das schönste Kleid der Mutter aus dem Schrank, nahm den langen Schleier des Kleides und machte um jede Goldpinie eine wunderschöne Schleife. Dann fertigte das Baby einen Goldsack und füllte ihn mit all den wunderschönen Gold-Pinien. Das Baby machte sich mit dem Goldsack auf den Weg zum Schloss und als es an das große schwere Holztor angekommen war, pochte es mit aller Kraft an das Tor. Wer klopft so stark an die Tür des Schlosses und begehrt Einlass? Fragte eine dunkle harte Stimme hinter der Tür? Ich bin das Baby des Königs und begehre Einlass antwortete das Baby mit fester Stimme und sein Herz klopfte ihm bis zum Hals vor Aufregung. Das Baby des Königs fragte die dunkle Stimme hinterm Tor? Ja, ich bringe dem König Goldpinien für seinen Karmin. Langsam und knarrend öffnete sich das schwere Holztor einen Spalt. Du bist das Baby des Königs? Fragte die Stimme ungläubig und ungeduldig?. Ja, antwortet das Baby und ich bringe dem König Goldpinien für seinen Karmin, es entnahm seinem Goldsack eine Pinie und zeigte es in Richtung des Tores. Die Goldpinie glänzte wunderschön im Sonnenlicht. Komm rein, sagte der Pförtner der sehr groß und breit war und zog das Baby durch die Tür. Warte hier in der Ecke. Das Baby hatte Angst und setzte sich brav in die Ecke um auf den König zu warten. Es verging einige Zeit des wartens, als ein kleines hübsches Mädchen mit langen blonden Haaren vorbei kam. Es sang und tanzte in der Sonne, dann sah es dass Baby, hielt inne und fragte, was machst Du denn hier so ganz alleine? Das Baby antwortet schnell ich bringe dem König ein Sack Goldpinien! Goldpinien? Fragte lachend das kleine hübsche Mädchen mit den langen blonden Haaren. Das Baby zeigte dem Mädchen eine Goldpinie und der Glanz der Pinie entzückte das kleine Mädchen. Oh wie schön!!! Rief es aus! Niemals sah ich eine solche Kostbarkeit und die schöne Schleife. Schenkst Du sie mir. Nein, dass kann ich nicht sagte das Baby, ich habe sie dem König versprochen. Gut, antworte das Mädchen, dann sag mir was Du dafür haben willst. Ich habe hunger und möchte gut essen. Weiter nichts lachte das Mädchen und zog das Baby mit sich in Richtung Schloss. Das Baby hatte noch nie soviel Gold und Prunk und so große Säle gesehen wie in diesem Schloss. Das Mädchen zog das Baby in die große Küche des Schloss mit riesigen Töpfen und es duftet herrlich nach Essen. Es nahm einen goldenen Teller und füllte es mit unglaublichen Köstlichkeiten. Als nach langer Stunde das Baby mit dem Essen fertig war und es zum ersten Mal nach langer Zeit richtig satt war, forderte das Mädchen die Goldpinie. Doch das Baby sagte, dass er eine Mutter allein zu Hause habe und sie auch hungers hat. Ich mache Dir einen Vorschlag sagte das kleine Mädchen mit den langen blonden Haaren. Du gibst mir deinen ganzen Goldsack und Du und deine Mutter können solange täglich in dieser Küche essen wie sie Jahre alt ist. Das Baby übergab den Goldsack mit den Goldpinien dem kleinen Mädchen und am nächsten Tag kam das Baby mit der Mutter an das große Holztor des Schlosses. Es pochte an die große Tor und das kleine Mädchen öffnete sie und brachte beide in die Küche. So vergingen die Jahre und die Mutter starb. Eines Tages saß das Baby, das inzwischen zu einem schöner jungen Mann herangewachsen war in der Küche und aß. Da kam das hübsche Mädchen mit den blonden Haaren herein und musterte den hübschen jungen Mann und sie verliebten sich ineinander. Als der junge Mann um die Hand anhalten wollte wurde er zum König gebracht und erst da begriff er, das sie die Tochter des Königs war. Auf der Hochzeit schmückten viele viele Goldpinien den Festsaal.
http://www.andaluciaimagen.com/fotos-pinas-p1m40a0in0I0IA0.htm
Tradución aleman/español: carmen vargas ordeix
EL BEBÉ DEL REY
Era un bebé muy pobre, muy pobre, que no tenía ni un poquito de comida, que pasaba mucho, mucho hambre y vivía con su mamá en su casa. Pero ellos vivían muy cerca del castillo del Rey y el bebé vió que tenían una chinemea porque a veces salía mucho humo desde el castillo. Un dia, el bebé vió que su madre pintaba cositas doradas para vender en el mercadillo y tuvo una idea: “ Cuando mi mamá se vaya al mercadillo muy temprano por la mañana, iré al bosque y cojeré muchas piñas de los árboles y las pintaré todas, todas y todas y quedarán muy bonitas y....... La, la, la, lara, la, ra, la, la, rala, ralará, la, laaaaaa!!!..... Iva cantando el bebé.
_ Al llegar a su casa, cogió la pintura dorada de su mamá y se puso a pintar todas las piñas que había recogido por el bosque:
¡¡¡Que bonitas todas las piñas de color oro!!!! Yuppyy!!!!!!
_ Después volvió a cojer las piñas y las adornó con trozos de tela de muchos colores y con cintas de color oro y plata...... Estuvo jugando un ratito en su casa y después cogió un saco muy grande, lo llenó con las piñas de colorines y se fue por el bosque paseando, jugando con las flores, corriendo con las ardillas y silbando con los pajaritos hasta que por fín .............. Llegó al castillo!!!!!!!
_ ... Pero el saco lleno de piñas de colorines pesaba mucho, mucho!!! Y el pobre bebé estaba muy cansado, tenía mucho hambre y le dolía la barriguita...
_ Así que ya no podía más y: Rin, rin, rin!!!!! Llamó al timbre del castillo con mucha fuerza, riiiiinnnnn!!!!! .......
_ Mmmmm... Quien es que toca tan fuerte el timbre de la puerta del castillo del Rey, eh???!!! –escuchó el bebé desde el otro lado de la puerta-
_ Soy el bebé del Rey y traigo un saco lleno de oro y quiero que me abras la puerta ahora mismo y que me dejes entrar en el castillo, vale?!!!! –Gritó con mucho ánimo el bebé-
_ La gran puerta del madera del castillo se abrió un poquito y crujió. Detrás estaba un hombre muy alto y con unos ojos muuuuyyyy grandes mirando al bebé.
_ Tu eres el bebé del Rey? –le preguntó el hombre desde detrás de la puerta del castillo-
_ Siii. Mira, traigo un saco muy grande lleno de piñas de oro y de colorines –contestó el bebé- y enseguida cogió una piña del saco y se la enseñó al hombre de los ojos grandes. En aquél momento un rayo de sol fue a tocar a la piña de oro que el bebé tenía en sus manos y brilló mucho, mucho, con una luz dorada muy grande.
_ Ven, entra en el castillo y esperate aquí –le dijo el señor de los ojos grandes con una voz muy fuerte y potente- el bebé entró en el castillo con su saco de piñas de oro.
_ Espérate en este rincón –le dijo el hombre- y al bebé le cogió un poco de miedo.
Mientras estaba esperando al Rey, pasó una niña muy guapa, con unos cabellos muy largos y dorados que cuando les daba el sol parecían de oro.
La niña rubia de repente vió que el bebé estaba allí en un rincón, sentado y esperando al Sr. de los ojos grandes. Ella sonrió al bebé y asombrada le preguntó que porqué estaba allí sentado y quieto?
El bebé se puso muy, muy rojo cuando la niña rubia le hizo esta pregunta y enseguida le contestó que estaba esperando a Ray porque tenía un saco lleno de oro para él. Ella sonrió y le dijo: Es verdad que tienes un saco lleno de oro?
_ Si, si!!! Mira, aquí está el saco, no ves como brilla todo el oro? –el bebé dió a la niña de los cabellos dorados un trozo de piña de oro y con cintas de colores- Que piña más bonita!!! –dijo la niña- que miraba la piña dorada con los ojos muy abiertos y sonriendo.
_ Mira bebé, te compro este trozo de oro, que vale?
_ Bueno... es que yo necesito comer!!! –contesta rapidamente el bebé- porque soy muy pobre!!!
_ Sólo necesitas comer? –le pregunta la niña-
_ Siiii, quiero comida para siempre!!!
La guapa niña estaba muy contenta, se puso a cantar y a bailar y sus cabellos brillaban mucho al sol. El bebé la miraba con cara de sorpresa. La niña cogió de la mano al bebé y se lo llevó dentro del castillo. Los dos iban saltando y corriendo por los anchos pasillos del castillo. Todo era oro y lujo y el bebé estaba encantado, nunca en su vida había visto una cosa igual!!!
Los dos fueron directamente a la cocina del castillo. Mmmm .... que bien huele por aquí, pensó el bebé. La niña cogió un plato muy grande y lo llenó de comida muy, muy buena para el bebé.
_ Mmmm... que comida más buena, que rico que está todo!!!! –decía el bebé mientras se relamía-
_ Ufff!!! No puedo comer más, estoy muy lleno, he comido mucho, mucho y mucho...
La niña entonces le dijo: bien bebé, ahora tú tienes que darme un trozo de tu oro, porque yo te he dado mucha comida y quiero tu oro....
El bebé le dice que no es tan fácil, que él no está sólo, que está con su mamá y que también tiene mucho hambre porque son pobres ....
_ No hay ningún problema le dice la niña, tu puedes tener comida cada día durante todo este año y si después me regalas el saco de oro que llevas, pues entonces podrá venir tu mamá también.
_ ¿De verdad? -preguntó el bebé-
_ ¿Puedo venir cada día con mí mamá aquí, a esta cocina, a comer?
_ Claro que síii –respondió la niña de los cabellos de oro- pero dame, dame tu saco de oro!!!
Al día siguiente el bebé y su mamá fueron al castillo juntos: -Abre la puerta, soy el bebé del Rey!!!
La puerta se abrió y la chica de los cabellos de oro los acompañó hasta la cocina. Allí comieron mucho y estuvieron muy contentos. Cada día el bebé y su mamá paseaban por el bosque hasta llegar al castillo y allí comian en la cocina. Así pasaron muchos, muchos años. Nunca más pasaron hambre, cada día iban a comer al castillo. El bebé cada vez estaba más guapo y fuerte. Pasaron los años y se hizo todo un hombre. Pero un día la mamá del bebé se murió. El seguía yendo cada día al castillo a comer y aún estaba más guapo y más fuerte. A la niña rubia cada vez le gustaba más el bebé –que ya era un hombre, ahora- y un día mientras él comía entró en la cocina y lo miró fijamente. El bebé al momento se quedó prendado de la niña rubia y se enamoró fuertemente de ella. Al poco tiempo ellos dos se casaron y cuando el bebé vió al padre de la niña guapa, se dió cuenta de que era el mismo Rey.
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